Donald Trump vincula el paracetamol con el autismo y la OMS le responde

En una conferencia de prensa desde el salón Roosevelt de la Casa Blanca, Donald Trump junto a Robert Kennedy jr., secretario de salud de los Estados Unidos, anunciaron medidas para combatir el autismo. Según el primer mandatario, el consumo de acetaminofén (paracetamol) durante el embarazo es “uno de los principales culpables” de la prevalencia de esta condición. Sin embargo, las dudas para la sociedad crecen, pues, inmediatamente, las autoridades de la OMS mostraron reflejos y aseguraron que, a contramano de lo que sostuvo el gobiernoestadounidense, “es seguro”. Tarik Jašarević, portavoz del organismo, destacó que la evidencia que respalda las afirmaciones vertidas por la Casa Blanca es “inconsistente”.

El nombre comercial para el acetaminofén es Tylenol en Estados Unidos, y se trata de uno de los medicamentos más usados en el mundo. En el reporte oficial del gobierno de Estados Unidos puede leerse que el uso crónico en mujeres embarazadas, especialmente en las últimas semanas, puede causar efectos neurológicos a largo plazo en sus hijos. Además, recomiendan el uso de leucovorina, un medicamento utilizado para tratar la deficiencia de ácido fólico y los efectos secundarios de algunas drogas usadas en quimioterapia. Según Kennedy jr., en niños con autismo “mostró mejoras en el lenguaje y la comunicación”. Como las demás afirmaciones vertidas por el polémico funcionario antivacunas, esta también carece de soporte científico.

La comunidad médica reaccionó con rapidez. El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos indicó que el paracetamol es el analgésico de primera línea durante el embarazo y que, en dosis adecuadas y por períodos breves, no representa riesgos. Desaconsejar el uso podría dejar a personas gestantes sin alternativas seguras para controlar fiebre alta. Esto último sí representa un riesgo para el desarrollo del embarazo. Por su parte, la leucovorina también despertó críticas: aunque algunos estudios muestran beneficios, se requieren investigaciones más amplias para que se transforme en un tratamiento con validez.

Los anuncios de Trump provocan tensiones que tensan aún más la relación con el sistema científico. No es la primera vez que esto ocurre: durante la pandemia de Covid-19, el presidente norteamericano impulsó el uso terapéutico y preventivo de la hidroxicloroquina a pesar de no contar con evidencia científica al respecto. A esto se le suma el nombramiento de Robert Kennedy jr., un conocido antivacunas, a la cabeza de la cartera de salud.

Las decisiones de la Casa Blanca colocan a la ideología por encima de la evidencia científica, con consecuencias que podrían ser graves y repercutir de forma negativa en la calidad de vida de muchas personas. Al repetir patrones ya vistos durante la pandemia, se vuelve a tensionar la relación entre política y ciencia. La desinformación oficial es una amenaza para la salud pública.

Por Nadia Chiaramoni