(De izq. a der.) Tatiana Zlatar, Carlos Castro y Pedro Barandiaran. Créditos: Gentileza de Carlos Castro.
“Éramos tan flacos”, el documental dirigido por el docente de la Escuela Universitaria de Artes Carlos Castro, fue premiado en el Festival Internacional de Cine de la Provincia de Buenos Aires en las categorías de mejor película, mejor director, mejor montaje y mejor sonido directo. A través del registro de un jóven Carlos Castro con una cámara VHS, el film revive la militancia universitaria de la década de los noventa en la ciudad de La Plata contra las políticas neoliberales y la Ley de Educación Superior. Además, en su producción participaron Tatiana Zlatar, docente de la Escuela Secundaria en Enseñanza Técnica de la UNQ, y Pedro Barandiaran, profesor de la Tecnicatura en Producción Digital.
“Yo quise contar la vida de un estudiante universitario que venía del interior, de General Villegas, y que se encontraba con un mundo nuevo como era La Plata. En esos años, esa ciudad era mucho más diversa que ahora, aunque lo sigue siendo, en cuanto a la gente que venía del interior. Llegaban personas de todas las provincias y eso le daba una riqueza a la universidad y a la militancia universitaria muy grande”, destaca Carlos Castro, director de la película, ante la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Éramos tan flacos pone el ojo en la militancia universitaria de los años 90 a través de material de archivo filmado por el propio Castro en un VHS cuando era un estudiante. El film es prácticamente una película grabada en aquellos años con algunas entrevistas nuevas a los militantes de aquella época. El director afirma que “la idea era pintar un fresco de los 90 y el material de archivo me ayudó muchísimo porque pude construir mucho mejor lo que significaba la vida cotidiana de un universitario”.Por su parte, Pedro Barandiaran, editor, destaca: “Pude trabajar con un material muy rico y de un valor testimonial enorme, que nos dio la posibilidad de contar la película enteramente desde el punto de vista del protagonista, un chico que llega desde el interior a un mundo nuevo para sumarse a una lucha que estaba encontrando su forma”. Y agrega: “Ese material se potencia cuando aparece la mirada de los servicios de inteligencia, que corrobora la experiencia del protagonista y la de sus compañeros. Prácticamente no tuvimos la necesidad de recurrir a otros materiales, más allá de los testimonios, para contar la historia, y eso me permitió concentrarme más en lo evocativo que tenían las imágenes que en la información”.
Es que la película no sólo retoma el VHS del protagonista y materiales de archivo de otros militantes, sino que también muestra cómo la policía y los servicios de inteligencia grababan a los manifestantes y, luego, les hacían legajos. En este punto aparece también la intervención de la Comisión Provincial por la Memoria y su propio testimonio.
Tatiana Zlatar cuenta a la Agencia: “Es una historia de ver cómo se gesta una lucha estudiantil, donde Carlos Castro pone a disposición su historia personal, y podemos pensar que muchos estudiantes que vivieron esa época pueden sentirse identificados con el protagonista que, en definitiva, es un protagonista colectivo”.
Si bien la lucha estudiantil, la represión y las políticas neoliberales resuenan con el momento político que se vive en la actualidad, los tres entrevistados coinciden en que hay diferencias. En aquel momento, cerca de una década después del fin de la dictadura, no había movimientos políticos que contengan ni la lucha estudiantil tenía las bases que tiene hoy: “eran momentos de orfandad política y, para algunos, en todos los sentidos porque los padres estaban desaparecidos”, dicta la película. Castro define: “En la actualidad, las universidades están mucho más sólidas, aún con bajo presupuesto y con la caída del salario. Es uno de los lugares del Estado donde mejor funcionan las cosas y sigue siendo una expresión de ascenso social y cultural para las generaciones que recién ingresan”.




